Hemos visto que la función primera de los portfolios era dar a conocer el trabajo de un individuo para poder ser valorado por terceros. Sin embargo, según hemos ido estudiando a lo largo del curso, vemos que la definición no es completa sin la dimensión fundamental de la reflexión. Es ésta la que aporta al portfolio su relevancia como herramienta especial para conseguir un desarrollo profesional e incluso un crecimiento personal. Es ésta la que ofrece la posibilidad de avanzar y mejorar, siendo conscientes y fundamentando todos y cada uno de los pasos que se van dando en todos y cada uno de los ámbitos que incluye el portfolio. Ese análisis constante que proviene de la reflexión permite construir de manera productiva y todo este desarrollo conlleva al fin último del sentido del portfolio docente, que es mejorar la estrategia de aprendizaje de nuestros alumnos. Todo esto me lleva a considerar que la reflexión debe formar parte de todos los criterios de un portfolio y por tanto al plantear una rúbrica de evaluación de un buen portfolio, habría que tener esto en cuenta, evaluando siempre si existe este componente en todo momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario